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9 de Julio - DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA

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9 DE JULIO DE 1816

REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN LAS PROVINCIAS UNIDAS

 

 

Con la caída de Napoleón y el regreso de Fernando VII se restaura la España negra. La independencia de América se presentó como inevitable. Como dijo Jorge Abelardo Ramos: “Nace así a la vida política un inmenso continente socialmente inmaduro para ejercerla como un poder soberano”. 

De todos modos, el 9 de julio de 1816 se firma la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata de la monarquía española, en sesión del Congreso de Tucumán, tomándose asimismo los recaudos de que tal independencia lo era de cualquier dominación extranjera posible. No olvidemos que Portugal y el Imperio Británico pugnaban también por ejercer su poderío en el Continente. 

El cómo y el cuándo de la Independencia era algo que se venía discutiendo desde la Revolución de Mayo por una simple cuestión: intereses de todo tipo. Desde propiciar monarquías constitucionales, con un rey inca, o entregar el dominio del Río de la Plata a los comerciantes ingleses, hasta el impresionante Plan de Operaciones de Mariano Moreno, que proponía una serie de reformas económicas y sociales, distribución de la tierra y comercio sin la preponderancia del Puerto de Buenos Aires.

Por tal motivo no pudo redactarse una Constitución en aquel 1816. Hubo que esperar tres años más para ello. 

De modo que el 9 de Julio de 1816, un gran día para nuestra historia, no estuvo exento de contradicciones y divisiones que no son materia de los manuales escolares. Por ejemplo, las provincias de la Liga de los Pueblos Libres o Liga Federal (la Provincia Oriental liderada por Artigas, gran sostenedor de la Patria Grande):  Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe resolvieron no concurrir al Congreso de Tucumán como consecuencia de la oposición del caudillo oriental a la firma del acuerdo de paz alcanzado en el Pacto de Santo Tomé -firmado el 9 de abril de 1816, por el que se había reconocido la autonomía de Santa Fe- y que fue finalmente dejado de lado por el nuevo Director Supremo, Antonio González Balcarce, y por el Congreso de Tucumán. Paraguay no quiso enviar diputados. Tampoco el por entonces Gran Chaco ni la Patagonia (por ese entonces casi deshabitada). San Martín, por su parte, en su carácter de Gobernador de la Intendencia de Cuyo, apuraba la Declaración. Belgrano, en su afán de considerar a toda la América del Sur una sola Nación, proponía por su parte una monarquía incaica; otros una República Constitucional. Muchos congresistas eran miembros del clero (12 de 29) y de órdenes religiosas. Suscribieron el Acta final diputados de Mizque, Charcas y Chichas. Algunos soñaban -también San Martín, Artigas y Bolívar- todavía con una Patria Grande de América del Sur. 

Declarada la Independencia, las labores del Congreso continuaron en Buenos Aires, donde comenzó a deliberar a principios de 1817, y donde sancionó la Constitución Argentina de 1819, que estableció una República Centralista. El Congreso fue disuelto en 1820, tras la derrota del Directorio en la batalla de Cepeda.

Cabe entonces preguntarnos cual era la cuestión principal que estaba en juego detrás de las contradicciones, lucha de facciones, ausencias y cierto desasosiego que dejó plasmado aquel 9 de Julio. 

Probablemente lo central haya sido la relación entre el Puerto de la Ciudad de Buenos Aires y las Provincias.  En realidad, a los comerciantes porteños y a los ganaderos bonaerenses les interesaba el libre comercio con las potencias que se acercaban al Río de la Plata con las mercancías que comerciaban en el mundo, y que el acceso libre a los ríos les garantizaba un enorme mercado en estas latitudes. Acaparaban de este modo la cuestión de la Aduana y dejaban a la buena de Dios la producción manufacturera de las Provincias, que debían competir con aquellas de las potencias externas. 

De este modo se entiende el motivo por el que se debió trasladar el Congreso de Tucumán a la ciudad de Buenos Aires: por la fuerza de los hechos, del librecambismo, del centralismo; en fin, de lo que ya conocemos sobre Unitarios y Federales. De lo que luego fue la guerra civil.   

Se había declarado formalmente la Independencia, pero de facto el poder soberano se mostró inmaduro para defenderla como poder soberano. Y esto en toda la América del Sur.  

El verdadero poder soberano se hubiera alcanzado (y tal vez se alcance algún día), si y solo si, este inmenso continente que es América del Sur se expresa como lo que es: una única Nación Inconclusa, la Patria Grande con la que soñaron nuestros mejores ancestros.  

 

 

Gabriel Barrera

UPCN EDUCAR SOCIEDAD DEL ESTADO

 

 

www.upcndigital.org 

UPCN SECCIONAL
TRABAJADORES PÚBLICOS NACIONALES
Y DEL GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

 

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